VIVIR LA COLECTIVIDAD Y PRACTICAR LA RECIPROCIDAD / ENSAYO POR EMMA CHIRIX

VIVIR LA COLECTIVIDAD Y PRACTICAR LA RECIPROCIDAD / ENSAYO POR EMMA CHIRIX

Por Emma Chirix, Maya-Kaqchikel, originaria de Chixot, Guatemala. Es socióloga/antropóloga, docente, investigadora, consultora independiente. Autora de tres libros y varios artículos. Sus temas de interés son: masculinidad indígena, sexualidad, colonización de los cuerpos y mentes de las mujeres mayas, racismo y patriarcados.

«Quiero agradecer las observaciones, los comentarios y las correcciones de Magdalena Ixquiactap, Emilia Cosigua, Julio Oxjal, Ajpub Balan Tiney Chirix, Juan Tiney Ixbalán y el apoyo de Yolanda Aguilar en la edición de este texto»

INTRODUCCIÓN

La sabiduría ancestral maya está presente en la memoria, en la cotidianidad, en  los recuerdos, en los sueños. Está grabada en la piel y en los cuerpos. Se retoma a través de los consejos, en las ideas, en los idiomas, en los conocimientos y se materializa a través de la práctica. Hoy retomo la importancia de analizar y compartir la reciprocidad maya.

En la estructura comunitaria hay estrategias, mecanismos, formas y modos de vivir colectivamente. Las relaciones sociales se practican todos los días. Esta práctica cotidiana ha sido un legado de nuestrxs ancestrxs. Al respecto Emilia Cosigua enriquece este legado de conocimientos y dice:

“la convivencia y la estructura comunitaria va más allá, ejemplo: desde el momento de coincidir nuestras compatibilidades energéticas y genéticas entre seres humanos, o de formar un hogar y seguidamente la fecundación de los hijos, requiere de varios protocolos, principios y valores, así también la presentación y el agradecimiento de los hijos ante el universo y la naturaleza, en este caso, si tenemos una consciencia social de pueblo. Es decir, la experiencia de hacer vida comunitaria, se aprende de la naturaleza, del universo y de allí los seres humanos tenemos protocolos de convivencia, de respeto, principios y valores para convivir colectivamente. (E.Cosigua, comunicación personal, 12 de abril, 2023)

Vivir la colectividad consiste en reconocer, aceptar y agradecer por haber nacido en una familia, en una comunidad, que pertenecemos a un pueblo, a un territorio. Se aprende a convivir a nivel comunal, vecinal y familiar, y de acuerdo a un proceso personal se asume la conciencia social. Otra idea importante que se asume es Oj yoj winak, somos personas. Ser persona otorga identidad, conocimiento, lucha ancestral remite a un estado de pertenencia y otorga seguridad interior, porque somos personas y pertenecemos a una comunidad o pueblos, se asume conciencia, responsabilidad social y personal ante el universo y la naturaleza, para cuidarnos, para protegernos para darnos vida, amor y luz. Vivir en comunidad consiste en asumir tareas comunales para darse bienestar y dar bienestar a lxs demás.

A través de la unidad se han enfrentado los diversos problemas y se ha luchado contra las injusticias y las violencias. Se construye la responsabilidad de cuidar a las personas pero también a la madre tierra y a todo lo que nos rodea.

Vivir la colectividad es un aprendizaje y una vivencia cotidiana. La colectividad no está escrita, pero se vive, se transmite a través de la  palabra, de los recuerdos, de las experiencias y acciones de lxs ancestrxs y de esta manera se concretizan el tejido de la solidaridad, el apoyo mutuo, la reciprocidad, el cuidado, los valores y las normas. Es un aprendizaje generacional porque se traslada de generación en generación o entre generaciones, de la sabiduría de lxs ancianxs, de las personas que nacen con luz.

La estructura comunitaria se sostiene desde redes colectivas, pueden ser redes familiares, vecinales, grupales. Cada colectivo se organiza, planifica y realiza actividades para celebrar la vida, para convivir con la naturaleza y con el universo, y para solventar generalmente, necesidades y problemas comunitarios. No son comunidades muertas ni pasivas.

La base de la estructura comunitaria tiene un enfoque y experiencia colectiva,  individual y espiritual, que entreteje y promueve el cuidado colectivo, los derechos colectivos, la autoridad colectiva para construir y hacer comunidad porque las comunidades habitan en territorios, por eso se lucha por el territorio, por la emancipación y la autodeterminación colectiva, lo opuesto a la economía liberal y capitalista que enfatiza el derecho de cada individuo a la libertad y a la autodeterminación, al mismo tiempo que reproduce la jerarquización racial, de clase, de género, en otras palabras, individualismo y ego exaltado como fórmula perfecta para  la supremacía blanca, la civilización occidental, el patriarcado en todas formas y el mercado libre.

Ante el abandono del Estado estas redes comunitarias han estado vivas para resolver los problemas a través de sus propias organizaciones, desde sistema jurídico indígena, en momentos de crisis política, económica, social y cuando la madre naturaleza grita ante los desequilibrios provocados por humanos que no respetan el equilibrio. Estas comunidades vivas han asumido y asumen las funciones de la administración política, ejercen el control y el dominio para resolver los problemas, para celebrar, para sembrar las semillas y hacer que brote la vida, para recolectar los alimentos, para enfrentar el despojo. El Estado debe invertir en las personas, en los pueblos. Pero la mayoría de los gobiernos no solo no han generado bienestar para los pueblos sino que al contrario han creado políticas de muerte, a través de: genocidios, la  reproducción del colonialismo, la esclavitud, la corrupción, el despojo, las violencias, el hambre, la mentira, la criminalización de lxs líderes comunitarios, la persecución de lxs defensorxs del agua, la tierra y el territorio.

Generalmente las comunidades no sólo tienen una red de apoyo, sino también los mecanismos que otorgan bienestar a las personas, a los grupos. El q’ejelonik, “es un espacio donde se tejen relaciones sociales de afecto de amistad entre familias” (Chirix, p. 216), ri choloj, ri pixa’. Esta relación viviente se mantiene actualmente para amarrar relaciones comunitarias. Somos una comunidad que prioriza el cuidado de la criatura humana. Somos comunidad del cuidado.

A continuación se analizarán algunos mecanismos que mantienen y reproducen las relaciones comunitarias y la reciprocidad.

La reciprocidad es un mecanismo que permite unir las relaciones comunitarias. La valoración que se tiene sobre el concepto de winak y desde la línea del amor y del respeto se cultiva: el toonik – apoyo mutuo, paq’uch – la solidaridad, junan qa wech– la unidad. Existe una idea detrás de esta práctica: “Tú eres importante para mí, o para nosotros y por esta razón te acompaño, te ayudo, te visito, te doy este presente” y la otra idea es: “Tú me ayudaste, tú me acompañaste y ahora estoy aquí para devolverte el favor, el apoyo, el afecto, la solidaridad”.

La reciprocidad se lleva a cabo a través de diversas acciones. Aquí se mencionarán algunas, como las actividades festivas: la celebración del día de la siembra o la cosecha, las primeras lluvias, el nacimiento de una criatura, los cumpleaños, la pedida de una joven, el matrimonio, la construcción y la bendición de una casa, la celebración de una graduación, la fiesta del pueblo, la terminación de una obra comunal, las visitas entre familias, vecinos y amigos, visitas a lxs enfermxs, visitas a las madres por el nacimientos de una criatura. Cada una de estas actividades toma sentido para tejer las relaciones sociales.

Una manera de mantener el tejido social o las relaciones comunitarias es a través de las visitas entre familias, puede ser entre parientes, entre amigxs. Las visitas familiares cobran sentido porque el objetivo es tejer hilos de amabilidad, de cultivar relaciones de respeto y de afecto. Se considera importante visitar a las abuelas y abuelos, a la madre y al padre, a un enfermo, a una amiga o amigo, y las visitas que se realizan durante el noviazgo. En este encuentro familiar o de amistad, se intercambian la memoria, las historias, informaciones, secretos,  para enriquecer la historia individual, familiar o comunal. Como se dijo anteriormente, las visitas tienen múltiples objetivos, pero el origen es mantener y cultivar el tejido social para perpetuar la vida de los pueblos.

En la planificación cotidiana individual o familiar, se planifica la visita. Se organiza el tiempo para la distribución de su uso y goce. Dentro de la lógica de la reciprocidad: se regala el tiempo, se comparte el tiempo; quién visita da su tiempo, quien recibe otorga su tiempo. El tiempo debe otorgarse a la persona o comunidad en vida.

Desde el pensamiento maya, el tiempo de visita no se considera como pérdida de tiempo, como lo percibe el sistema moderno. Para el sistema moderno el uso del tiempo, fuera del trabajo, lo considera improductivo, porque reconoce únicamente el tiempo para el mercado, éste promueve la rapidez de los tiempos, que presupone que lo que hay que hacer es “aprovechar el tiempo” para ser productivos al sistema/capital. El sistema “moderno” se hace presente en la cotidianidad de las familias cuando sus integrantes se dedican únicamente a trabajar, el descanso está prohibido. También, se reproduce en las instituciones estatales, en las ONGs, el mercado, en las empresas transnacionales y en los partidos políticos; y lo perverso del sistema es que todavía argumenta que hay que hacer “trabajo voluntario” para que la mano de obra no sea pagada.

Retomando nuevamente los hilos de la reciprocidad. La solidaridad también se manifiesta cuando la tristeza o el sufrimiento llega a una familia, principalmente, se asocia en la pérdida de un ser querido. Cuando fallece un ser querido las manifestaciones de solidaridad son diversas y cada expresión de afecto se valora. Estas expresiones de acompañamiento pueden y debe ser presencial, pero también, las llamadas a través de teléfono son valoradas. Visitar a una familia doliente consiste en dar apoyo económico para cubrir los gastos que requiere la compra de alimentos porque a cada persona visitante se le regala  una taza de café y pan, o un tiempo de comida. Si la familia es un pariente o existe una relación de compadrazgo, se ofrece o se regala un día o dos días de trabajo. Generalmente las mujeres se dedican a preparar la comida. A la familia doliente también se le puede regalar flores, veladoras o víveres.

TI QASIPAJ JUN LÄQ QAQ’UTUN CHQAWÄCH- COMPARTAMOS UN PLATO DE COMIDA 

El tejido comunitario se hila a través de diversas relaciones y prácticas de solidaridad. Una práctica reiterativa entre las familias es compartir e intercambiar alimentos, se realiza el to’ojïl, se practica qato’ qi’, o en otras palabras se dice: chin jun ch’aii a q’utun, es decir, dar un tiempo de comida. Compartir e intercambiar alimentos ha sido una práctica ancestral entre las familias mayas. El intercambio de alimentos se realiza en días festivos, tales como: la semana santa y en las ferias del pueblo. Otra práctica común es cuando la familia ha cosechado semillas o frutas y decide compartir con sus familiares y amigos, entre los alimentos están: güisquiles, güicoy, frijoles, elotes, frutas de la época o semillas y pan. También existe un acontecimiento que motiva a regalar alimentos y es cuando nace una criatura. La madre que ha dado a luz y su familia, reciben alimentos durante las dos primeras semanas. Pueden recibir alimentos crudos o cocidos.

En pueblos indígenas, los orígenes de la cocina se remontan desde hace miles de años y el placer en comer existía para la mayoría de sus  habitantes. Durante la invasión y el proceso de colonización comer significó apagar el hambre y  sobrevivir. Vivir con hambre ha sido una realidad histórica y actual en las fincas, en las empresas transnacionales, en los recurrentes desalojos.

La cocina se ha relacionado  básicamente  con la madre tierra para dar alimentos a los cuerpos, para saciar el hambre, para sembrar las semillas, para velar por los cultivos, para dedicarse a la agricultura. Realizar trabajos agrícolas también significa comunicación con la madre tierra, con el viento, con la lluvia, el sol, los alimentos y los animales. Es un trabajo que genera vida y no la muerte como ocurre con los proyectos extractivistas tales como: los cultivos de agronegocios (plantaciones de caña, palma aceitera) y en los proyectos mineros e hidroeléctricas. Estos proyectos no sólo generan la muerte, sino también, la pobreza y destrucción de la madre naturaleza.

La comida ha desempeñado un papel central en la vida económica y social de los mayas. La comida se comparte y compartir significa vivencia y unidad. Existen varias actividades colectivas que permiten practicar la afectividad y la solidaridad a través de la comida. Regalar comida ha sido una práctica milenaria y logra tener mayor valoración cuando es elaborada desde el hogar, por manos indígenas. Se regala con gusto, con amabilidad para dar bienestar. No se puede negar que actualmente se regala comida comercial e industrializada cómo productos a consumir, es decir, aquellos alimentos que han sido procesados como las gaseosas, los jugos enlatados y hasta la cerveza,  “Se dejó de lado, regalar atol blanco u orchata para convidar al vecino y los parientes” (J.0xlaj, comunicación personal, mayo, 2023)

La comida que tiene importancia es aquella que tiene como base el maíz. El maíz es muy preciado y se le considera sagrado. Sigue siendo el sustento cotidiano de la alimentación. Una práctica común, es regalar comida con base de maíz, es decir, regalar atol de masa, tortillas, tamalitos.  El maíz es uno de los alimentos fundamentales de la cocina maya y mestiza. Nadie lo puede dudar. Durante la invasión, los españoles impusieron su visión eurocéntrica sobre la comida y los alimentos, y: “consideraban sus alimentos como superiores y más nutritivos que los alimentos americanos” (Long, 1997, p.11). La visión racial de los invasores no logró robar ni marginar los alimentos ancestrales, tampoco se digirió la idea de conquista y menos el encuentro de dos mundos. Los pueblos han enfrentado los efectos del colonialismo a nivel político, económico y gastronómico.

Los pueblos vivientes se han sostenido a través de las  relaciones sociales que se tejen a partir de la comunicación, la solidaridad, la reciprocidad. Siempre ha existido una frase para ofrecer apoyo: “en que más te puedo ayudar”. Preparar alimentos y regalar alimentos ha sido una práctica ancestral de afecto que genera no sólo, el gusto y la alegría en la preparación, sino también por el valor nutritivo, espiritual, cultural y social que conlleva.

Respecto a la práctica de regalar o intercambiar alimentos tuve dos experiencias indignantes: Un día una feminista blanca, de clase alta, me hizo  esta pregunta: “por qué ustedes son dadivosos” y yo le pregunto ahora: “por qué ustedes tienen la costumbre de robar, de esclavizar, de mentir y de dominar” La otra experiencia fue con mi vecina, alemana y evangélica: tuvimos cosecha de aguacates y le regale cinco aguacates. Ella me hizo la pregunta: ¿por qué me regala aguacates? Y ¿Qué quiero obtener? De manera tranquila le respondí que era parte de nuestra cultura. Después decidí ya no enviarle aguacates. Dar regalos sin pedir nada a cambio o recibir regalos sin sospechar segundas intenciones, no son prácticas generalizadas que se comprendan en las culturas blancas permeadas por la desconfianza y el intercambio capitalista.

En la preparación de las comidas como: caldos, pulik ik, recados y toda la comida ancestral, conlleva en su esencia, compartir sabores y sentir placer de las comidas y los alimentos. Se tejen energías, se crean motivaciones, se motiva responsabilidades individuales y colectivas. La comida, los alimentos son elementos esenciales que sostienen los cuerpos y generan la vida.

¿Qué pasa cuando las personas, familias y generaciones no asumen o no practican  la reciprocidad? Existen diversas preocupaciones e interrogantes al respecto:

– “Nosotros damos y la gente se acostumbra a recibir, ya no da”,

– “¿Qué pasa? Hay generaciones que no conocen, no tienen conciencia e identidad de pueblo, de lucha histórica”,

– “Hay personas que no asumen con consciencia la importancia de dar sino se están acostumbrando a recibir y a recibir y no dan nada, y no es que no tengan simplemente ya no les nace dar”

– “A nivel familiar, se da este problema, hay hijxs, hermaxs, que se acostumbran a recibir y recibir, y hasta se molestan si uno decide ya no dar”

– “Regalar algo, dar un presente ya no se analiza, ya no se pregunta si el regalo es útil, ahora lo importante es que se vea bonito”;

– “Ahora se regala o se comparte alimentos industrializados, lo que interesa es  consumir, hay que comprar en lugar de preparar”

– “Actualmente muchos indígenas compran voluntades, regalan dinero para apropiarse, para beneficiarse”

– “Existen instituciones como las iglesias y los partidos políticos que piden que trabajemos gratis, que demos limosna, y no nos ayudan a resolver el problema del hambre y la pobreza”

– “En las fiestas, velorios o en alguna otra reunión se ve que ahora las personas si quieren recibir, pero ya no trabajar. Lo he visto en algunas bodas. Sólo los invitados e invitadas que provienen de las aldeas aportan trabajo. Las personas del pueblo por ser ya profesionales ya no aportan trabajo. Sólo aportan contribución. Antes creo que era a la inversa, se aportaba menos dinero pero se trabajaba más. Las personas llegaban desde las 3 de la mañana a colaborar aunque su aporte monetario fuera mínimo”.

¿Cuáles son algunas de las causas que dan origen a este cambio? Han existido instituciones y estrategias de exterminio. Estas instituciones hablan de progreso, de desarrollo, de salvar las almas pero su objetivo es la anulación, la negación y la alienación. La ideología occidental y el pensamiento eurocéntrico y anglosajón continúan dominando y controlando las mentes, los cuerpos y los espíritus de las personas, el saqueo y las invasiones persisten, continúan los procesos de asimilación que inferiorizan y marginan el pensamiento maya, los saberes y la espiritualidad de los pueblos. Al respecto Moria Millan afirma: “construyen ideas para inferiorizar, desprestigiar la sabiduría y practica ancestral, ha existido un extractivismo espiritual para descomponer y matar las sabidurías ancestrales” (Museo Casa de Ricardo Rojas, 2022),

El sistema capitalista ha destruido algunas prácticas colectivas profundas. Un ejemplo, es la construcción de viviendas y siembra de cosecha se hacía a través del apoyo comunitario. Actualmente en la convivencia comunitaria se han agudizado los conflictos familiares, la violencia patriarcal, el individualismo, el egoísmo, el conformismo, el fatalismo, el oportunismo: “Quieren ganar dinero de manera fácil y no con el sudor de la frente”, se convierten en servilistas, traidores, o cómplices del sistema racista y corrupto.

A pesar de estas causas, de intereses particulares e institucionales no han roto los hilos de la colectividad y reciprocidad.  En varias comunidades se nota la fuerza, el convencimiento, la persistencia de la sabiduría ancestral mientras en otras está desapareciendo lo que antaño fue tejido social comunitario.

RECIPROCIDAD DURANTE LA PANDEMIA

Regalar comida ha sido una práctica milenaria, pero durante la pandemia esta práctica se profundizó. Entre familias, vecinos y amigos, se hizo presente el canasto de frutas, la bolsa de plantas medicinales, las palabras de aliento y de consuelo para tomar fuerzas y seguir caminando.

Las manifestaciones de cuidado entre personas ha sido un legado ancestral, que ha permanecido y se ha transmitido a través de generaciones y ha dado como resultado nuestra existencia y permanencia. El legado del pensamiento maya ha sido guardado en la memoria y en los cuerpos de las personas y de los pueblos.

Durante la pandemia, las mujeres principalmente las iyom-comadronas, las y los ajq’ijab-gúias espirituales, las que realizan el oyonik, las curanderas de niñxs, salieron de sus casas para cuidar a los cuerpos. Las y los cuidadores de la salud tuvieron mucha demanda durante la pandemia. Los pueblos no sólo tienen su propia organización sino celebran la existencia de las y los cuidadores de la salud física, mental y espiritual y son reconocidxs en el territorio.

“Existe un sistema de salud comunitario, hay personas que curan a las personas y hay otras que curan  los animales. Piden permiso para curar. Las personas que hacen un trabajo para la comunidad tienen que llenarse energía, de conocimiento, toman en cuenta las señales de la madre naturaleza. Los saberes de los pueblos, hay una práctica, hay que buscar en lo profundo, desde la mirada de los pueblos se construyen las especialidades. Comprender y respetar la capacidad que tiene la persona para leer el cielo, el movimiento del cielo conectado con la tierra. Se reconectan con el territorio. Sanan con el sagrado fuego, que implica ver las señales, estar en conexión y con  disposición. Vivir en comunidad se asumen tareas comunales que han sido otorgadas a través de los sueños, de su nawal o de las experiencias vividas que orientan cuidar no sólo a las personas sino a los animales” (M. Ixquiactap, comunicación personal, 12 de abril, 2023). 

En la medicina maya se identifica que existen enfermedades frías y calientes.  Las personas que cuidan los cuerpos en los pueblos, se dieron cuenta que el COVID-19 era una enfermedad fría. A partir de este conocimiento aplicaron técnicas y prácticas calientes y tibias como: el temascal, la preparación de plantas medicinales y comidas calientes. Durante la pandemia varios grupos y pueblos indígenas de Abya Yala circularon documentos en internet sobre plantas medicinales principalmente.

Las familias recurrieron a prácticas de la salud preventiva. Con los primeros síntomas recurrieron al temascal o a calentar el pecho de la persona con alcohol y hojas de tabaco. Las plantas medicinales fueron clave para la sanación. Cada familia, cada pueblo preparó su té con plantas medicinales calientes. Y quienes tenían posibilidades económicas preparar caldo de pollo o de gallina y hierbas.  Los conocimientos ancestrales se unieron con la idea de esperanza y la perseverancia. Una idea que estuvo presente en muchas familias fue: “esta enfermedad hay que enfrentarla con valentía, sin miedo, porque si sentimos miedo todo se nos pega” y cómo política del miedo implementada desde la invasión, y a través de acciones violentas en las guerras, el trabajo forzado, la servidumbre ha generado seres callados, sumisos, serviles, es decir, no pueden tomar decisiones, necesitan de un patrón que da órdenes para poder actuar.

CUIDAR LO NUESTRO PARA EL BIEN DE NUESTROS PUEBLOS

Esta práctica de solidaridad y de acompañamiento contradice profundamente con las prácticas de los hospitales privados donde el costo del tratamiento se abonó a la pena que ya las familias tenían en relación a sus enfermos, varias familias se endeudaron. Y en varios casos el resultado fue la muerte. Mientras que, en los hospitales nacionales, se quedaron sin insumos médicos porque algunos administradores del gobierno practicaron la corrupción y resultado de lo cual, generó genocidio porque los hospitales se quedaron sin medicina, sin personal de salud, sin cama y sin oxígeno. Ante la corrupción planificada y las carencias en los hospitales, se generaron soledades profundas de muchos pacientes, pues muchos hospitales no aceptaron la presencia de familiares por el COVID, la angustia fue enorme al no saber nada de sus familiares. El descuido, la falta de atención y cariño, el miedo a morir en soledad fueron sentimientos que acompañaron a muchos pacientes durante este período. Muchas familias, aún ahora, desconocen a dónde fueron a parar sus familiares, pues fueron enterrados como XX.

Retomando la pandemia, en los pueblos se reforzaron los vínculos de afectos y ésta fue la clave de la sobrevivencia. La mayoría de enfermxs no se sintieron solxs ni abandonadxs porque siempre había un familiar, un vecino, una amiga acompañando. Lxs enfermos, la sabiduría de lxs ancianxs y las personas que cuidan la salud en las comunidades y las radios locales trasladaron e intercambiaron información y conocimientos para promover la salud y prevenir la enfermedad. De esta manera se tejió la vida de las personas.

La política de cuidado comunitario priorizó acompañar a los ancianos, mujeres y niñxs. El apoyo consistió en dar tiempos de comida, que se concretaba con tortilla y tamalitos, elotes, tortilla de elote, tamalito de elote, o regalar atoles, pollo o gallina, carne de res, hacer compras en el mercado, lavar la ropa. Como se puede observar, la mayoría de estas actividades/trabajo lo siguen realizando las mujeres, lo que se ha naturalizado. Sin embargo, esta pandemia evidenció que cuidar a los seres queridos, preparar y servir los alimentos debe y puede ser responsabilidad de todas las personas, no solo de las mujeres.

En relación con el cuidado de los cuerpos de las personas fue necesario recurrir a técnicas y prácticas mayas que generan vida y alegría Después de la enfermedad, varias familias recurrieron al oyonik, es decir, trabajar el susto. Muchas personas sintieron la muerte muy cerca por eso aplicaron el oyonik para quitar el susto. El susto también se cura con té de ruda o tomar agua de  brasa incandescente.

En el contexto de pandemia, de corrupción y de opresiones el apoyo familiar fue crucial para enfrentar la enfermedad y el abandono del Estado.  Los lazos de afectividad fueron el sostén para tener salud. Estas prácticas de relacionamiento entre familias no están envueltas por sistemas de opresión capitalista, ni racial. Apunta a una política de cuidados, de relaciones, de dar vida e intercambiar alimentos, ideas y soluciones. Es una vivencia que se traduce en humanidad, de comunidad, de la pedagogía de la vida, de la necesidad de profundizar que nuestros cuerpos, nuestros pueblos, nuestros conocimientos otorgan salud y bienestar. Este legado ancestral no responde a los códigos de la oligarquía, de los corruptos, de la supremacía blanca de este país. Toma distancia del colonialismo occidental, de la psicología positiva y de la sanación civilizada que valoran el conocimiento occidental y marginan el conocimiento maya y de los pueblos.

La política de cuidado comunitario, tiene un legado ancestral que prioriza la unidad, la prevención, la subsistencia, y pide a gritos un bienestar físico, mental, espiritual a nivel colectivo e individual. Es una manera de vivir desde las comunidades, desde los territorios, que no es universal, pero que ha otorgado y generado la vida de los pueblos mayas.

 

Juan Tiney Ixbalán

 

BIBLIOGRAFÍA

  • Chirix, E. D. 2010, Ru rayb’äl ri qach’akul, Los deseos de nuestro cuerpo. Guatemala, Ediciones El Pensativo.
  • Long Janet, coordinadora, Conquista y comida, consecuencias del encuentro de dos mundos, Universidad nacional autónoma de México, 1997.
  • Museo Casa de Ricardo Rojas, (2022) Conversación abierta con Moira Millán, video YouTube https://www.youtube.com/watch?v=7zeRYlyYwMU&t=2262s

 

Fotografía de portada e imagen de cuerpo por Juan Tiney Ixbalán

Resaltado de texto por Divergencia Colectiva

Te invitamos a visitar los otros trabajos que hemos compartido y realizado en conjunto con Emma Chirix:

  1. Rebeldía del pueblo maya por la dependencia colonial / Ensayo por Emma Chirix
  2. La perpetuación del colonialismo, la resistencia de los pueblos y de las mujeres mayas / Ensayo por Emma Chirix
  3. Cuerpo: Colonialismo y Proyecto Civilizatorio. Mujer Indígena en un Internado Católico en Guatemala / Una entrevista con Emma Chirix
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